martes, 27 de junio de 2017

Se nos quemó el corazón

Aunque no sea una entrada sobre cofradías como de costumbre, somos andaluces y Doñana también nos toca el alma:

Han sido 4 días muy duros para todos los andaluces, en Moguer no solamente han ardido hectáreas de bosque, pero parece ser que nadie quiere remarcar eso.

Sólo se habla de la perdida material, de la catástrofe física, de la enorme cantidad de fauna y vegetación que se ha perdido, y seamos realistas, es una verdadera pena, pero yo confió en mi gente y sé que si los dejan van a echar todo el tiempo, el trabajo y la paciencia que haga falta para devolver el bosque a su aspecto natural. Pero, ¿Quién habla de la catástrofe sentimental del incendio? 

Esto seguramente no lo habrás escuchado en el telediario, nadie habla de las personas que han perdido en ese incendio un trozo de su alma. Y ahora es el momento de dirigirme a ellos porque tengo motivos de sobra.

Te hablo a ti, andaluz como yo, vecino onubense. En esta gran comunidad que es nuestra Andalucía en la que todos estamos ahora contigo. A ti onubense que has tenido que ver como arden tus pinos, que has sido desalojado de tu casa, que el bosque en el que has ido a pasear tantas tardes ahora es ceniza. A ti que sientes la impotencia en tus entrañas, estamos contigo. Me sobran motivos para entenderte, verano tras verano cruzando tus costas, disfrutando tu playa y acogiéndome en tu tierra, ahora no vuelvo la vista a otro lado, alzo la voz por ti.

Y ahora hablo al que mas siento, al que mas comprendo, te hablo rociero de Huelva, a ti que en esas arenas has dejado tus fuerzas para llegar a la Ermita, a ti que has dormido entre esos pinos, a ti que has cantado por esos caminos, que has rezado a tu simpecado y notabas a cada paso que Ella, tu Virgen del Rocío estaba cada vez más cerca. A ti que en ese fuego no solamente se queman los árboles, sino tus sentimientos, tus recuerdos, tus vivencias, por vosotros escribo hoy estas palabras para que al menos un poco os veais al menos un poco reconfortados.

Por último el deseo, el anhelo que entre todos volvamos a darle a Doñana el aspecto natural que merece, la pongamos más guapa que nunca y le mostraremos al mundo que con nuestra tierra no se juega, que no es solamente un cacho de tierra lo que arde, también nuestros corazones.

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