miércoles, 29 de marzo de 2017

Tan sólo dos palabras

Tengo sed, dos palabras que resuenan el Miércoles Santo en el barrio de Nervión, a primera hora de la mañana se levantan los hermanos, algunos antes, otros mas tarde, pero como todo nazareno, penitente, acolito, costalero, capataz, prioste o aguador, nada mas levantarse abren la ventana de par en par miran hacia arriba y respiran aliviados, diciendo para si mismos, hoy brilla el sol , no lloverá y la hermandad otro año más saldrá.

Este articulo, lo voy a escribir, con el permiso de usted, a mi manera, es decir, como he vivido yo los miércoles santos desde que me hice hermano. Antes de que se abran las puertas del templo, se produce un revuelo en la iglesia, pero al lado de las imágenes se produce un remanso de paz donde los hermanos, ofrecen y rezan para que les sea mas llevadera su estación de penitencia, los ciriales, las cruces y las insignias ya están repartidas, los tramos organizados y el hermano mayor y el párroco ya han dado las indicaciones necesarias para realizar la estación de penitencia. Esto conlleva que solo queda una cosa por hacer, y es que el Hermano mayor ordene al diputado de cruz de guía que abran las puertas del templo que ya esta en la calle la Hermandad de la Sed.

Van saliendo los tramos organizados y rápido, mientras los penitentes, con la cruz levantada, esperan a que su cristo salga para empezar a seguirle por las calles de Sevilla. El cristo sale y suena su marcha, revira a la derecha y ya se que no lo veré más hasta que vuelva a su casa, mientras, todo, sigue siendo muy rápido hasta que suena el llamador del palio, momento en el que se para el tiempo. La primera levantá se efectua y ya suena el rachear de los costaleros, las bambalinas rebotan en lo varales haciendo ese sonido que durante el recorrido será difícil poder escucharlo, bajamos la rampa, ciriales en alto, ya esta fuera la virgen, ya comenzó en Nervión, el Miercoles Santo.

Y llegó como llega siempre, a ese pequeño hospital que recibe con las puertas abiertas a un crucificado sediento, que aun así, solo puede dar, ¿el que da? Me preguntará, pues muy sencillo, bondad, amor, piedad y corazón que durante todo el año son entregados a los fieles de Nervión y durante un dia al año va por Sevilla mostrando su perpetua pasión. Y después de todo lo dado, no se puede quedar atrás ese consuelo que Maria por Sevilla dá, consuelo a los afligidos, consuelo a los enfermos y consuelo a los sevillanos de esa sed que durante todo un año no ha dejado de tener.

Siguiendo la calurosa travesia, hasta llegar a las calles estrechas del centro, que te dan un respiro de sombra y frequito, pasas campana y lo único que se te pasa por la cabeza: 13 horas y ya está echo casi la mitad del camino… pasamos por sierpes, plaza san francisco y la avenida hasta la catedral, el palio da la última revirá y ahí justo ahí, en ese remanso de paz, dentro de la catedral, es donde en realidad puedes descansar, las bambalinas se vuelven a escuchar con claridad junto a la voz del capataz, mientras que yo solo se rezar, dando gracias por haber llegado otra vez más a esta bendita catedral.




Revirá tras revirá, dos cuestas, una petalá, la calle aguilas cada año parece que se estrecha más, pero como todos los años Ella pasa como si ná, y tras esto antes de la plaza pilatos poder alcanzar, se para un momento para que las hermanas de Santa Maria de Jesús le puedan orar con su cantar, el martillo suena, ¡Al cielo con Ella! Y una año más se vá, quedando con las hermanas, dentro de 365 dias, en el mismo lugar.

Se hizo de noche y las velas se encendieron, la virgen iluminada, iluminados los candeleros, iluminados los acólitos con sus ciriales al cielo e iluminadas las miradas de todos los nazarenos, que observando su vela, concentrados en el fuego, saben que Jesús le da fuerzas, desde que su mecha prendieron y como lenguas de fuego que sobre los apóstoles aparecieron, acompañan lo que queda de camino a esos humildes nazarenos.

Ya poco queda, la luna esta alta, las callejuelas del barrio van apareciendo y te surge el pensamiento de que ya queda menos, de que esto se acaba y que otro año mas, tan pronto, no me lo esperaba, y si te acercas podrás escuchar como bromeo, ¿y si damos marcha atrás y comenzamos de nuevo?

Llegamos al barrio, una revirá tras otra, las horas pesadas se quedan en nada cuando ya sabes que estas en tu barrio y la Virgen de su gente está rodeada y eso tanto músicos como costaleros lo sienten haciendo cada chicotá y revirá los deleites de su gente y como no los capataces se lo consienten, ¡ese patero más corta la llamá! Que ya no tenemos prisa, pues no hay ninguna hermandad detrás.


De lejos suenan las cornetas, ya no queda nada, cada acolito a su puesto que vamos a dar la penúltima revirá, agarro fuerte ese cirial, que durante todo el dia no me ha dejado de acompañar a mi Virgen para no dejarla de iluminar, se ve al fondo la iglesia y los costaleros se abrazan tras haber terminado su ultimo trabajo, algunos rien, otros se emocionan y yo solo pienso en que va llegando la hora, cada vez esta mas cerca, cada vez hay mas gente, hasta que te presentas en la puerta pero el sueño no se desvanece, porque ahora Ella se despide de su gente, lentamente revira, de todos las lagrimas brotan, un año más cumpli la función, ya llegó a su casa mi Redentora, Virgen de Consolación, Tú mi Aurora.

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