Tengo sed, dos palabras que resuenan el
Miércoles Santo en el barrio de Nervión, a primera hora de la mañana se levantan
los hermanos, algunos antes, otros mas tarde, pero como todo nazareno,
penitente, acolito, costalero, capataz, prioste o aguador, nada mas levantarse
abren la ventana de par en par miran hacia arriba y respiran aliviados,
diciendo para si mismos, hoy brilla el sol , no lloverá y la hermandad otro año
más saldrá.
Este articulo, lo voy a escribir, con el
permiso de usted, a mi manera, es decir, como he vivido yo los miércoles santos
desde que me hice hermano. Antes de que se abran las puertas del templo, se
produce un revuelo en la iglesia, pero al lado de las imágenes se produce un
remanso de paz donde los hermanos, ofrecen y rezan para que les sea mas
llevadera su estación de penitencia, los ciriales, las cruces y las insignias
ya están repartidas, los tramos organizados y el hermano mayor y el párroco ya
han dado las indicaciones necesarias para realizar la estación de penitencia.
Esto conlleva que solo queda una cosa por hacer, y es que el Hermano mayor
ordene al diputado de cruz de guía que abran las puertas del templo que ya esta
en la calle la Hermandad de la Sed.
Van saliendo los tramos organizados y
rápido, mientras los penitentes, con la cruz levantada, esperan a que su cristo
salga para empezar a seguirle por las calles de Sevilla. El cristo sale y suena
su marcha, revira a la derecha y ya se que no lo veré más hasta que vuelva a su
casa, mientras, todo, sigue siendo muy rápido hasta que suena el llamador del
palio, momento en el que se para el tiempo. La primera levantá se efectua y ya
suena el rachear de los costaleros, las bambalinas rebotan en lo varales
haciendo ese sonido que durante el recorrido será difícil poder escucharlo,
bajamos la rampa, ciriales en alto, ya esta fuera la virgen, ya comenzó en
Nervión, el Miercoles Santo.
Y llegó como llega siempre, a ese pequeño
hospital que recibe con las puertas abiertas a un crucificado sediento, que aun
así, solo puede dar, ¿el que da? Me preguntará, pues muy sencillo, bondad,
amor, piedad y corazón que durante todo el año son entregados a los fieles de
Nervión y durante un dia al año va por Sevilla mostrando su perpetua pasión. Y
después de todo lo dado, no se puede quedar atrás ese consuelo que Maria por
Sevilla dá, consuelo a los afligidos, consuelo a los enfermos y consuelo a los
sevillanos de esa sed que durante todo un año no ha dejado de tener.
Siguiendo la calurosa travesia, hasta
llegar a las calles estrechas del centro, que te dan un respiro de sombra y
frequito, pasas campana y lo único que se te pasa por la cabeza: 13 horas y ya
está echo casi la mitad del camino… pasamos por sierpes, plaza san francisco y
la avenida hasta la catedral, el palio da la última revirá y ahí justo ahí, en
ese remanso de paz, dentro de la catedral, es donde en realidad puedes
descansar, las bambalinas se vuelven a escuchar con claridad junto a la voz del
capataz, mientras que yo solo se rezar, dando gracias por haber llegado otra
vez más a esta bendita catedral.
Revirá tras revirá, dos cuestas, una
petalá, la calle aguilas cada año parece que se estrecha más, pero como todos
los años Ella pasa como si ná, y tras esto antes de la plaza pilatos poder
alcanzar, se para un momento para que las hermanas de Santa Maria de Jesús le
puedan orar con su cantar, el martillo suena, ¡Al cielo con Ella! Y una año más
se vá, quedando con las hermanas, dentro de 365 dias, en el mismo lugar.
Se hizo de noche y las velas se
encendieron, la virgen iluminada, iluminados los candeleros, iluminados los
acólitos con sus ciriales al cielo e iluminadas las miradas de todos los
nazarenos, que observando su vela, concentrados en el fuego, saben que Jesús le
da fuerzas, desde que su mecha prendieron y como lenguas de fuego que sobre los
apóstoles aparecieron, acompañan lo que queda de camino a esos humildes
nazarenos.
Ya poco queda, la luna esta alta, las
callejuelas del barrio van apareciendo y te surge el pensamiento de que ya
queda menos, de que esto se acaba y que otro año mas, tan pronto, no me lo
esperaba, y si te acercas podrás escuchar como bromeo, ¿y si damos marcha atrás
y comenzamos de nuevo?
Llegamos al barrio, una revirá tras otra,
las horas pesadas se quedan en nada cuando ya sabes que estas en tu barrio y la
Virgen de su gente está rodeada y eso tanto músicos como costaleros lo sienten haciendo
cada chicotá y revirá los deleites de su gente y como no los capataces se lo
consienten, ¡ese patero más corta la llamá! Que ya no tenemos prisa, pues no
hay ninguna hermandad detrás.
De lejos suenan las cornetas, ya no queda
nada, cada acolito a su puesto que vamos a dar la penúltima revirá, agarro
fuerte ese cirial, que durante todo el dia no me ha dejado de acompañar a mi
Virgen para no dejarla de iluminar, se ve al fondo la iglesia y los costaleros
se abrazan tras haber terminado su ultimo trabajo, algunos rien, otros se
emocionan y yo solo pienso en que va llegando la hora, cada vez esta mas cerca,
cada vez hay mas gente, hasta que te presentas en la puerta pero el sueño no se
desvanece, porque ahora Ella se despide de su gente, lentamente revira, de
todos las lagrimas brotan, un año más cumpli la función, ya llegó a su casa mi
Redentora, Virgen de Consolación, Tú mi Aurora.
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