domingo, 19 de marzo de 2017

La mañana del Martes Santo

Una mano apunta al cielo, éste se cierra entre unas nubes grisáceas, ha muerto Jesús y en el Cerro lo saben, y aunque este desamparado su barrio nunca lo abandonará, al igual que consuelan a su madre. Porque sus dolores son más liviano si las mujeres del barrio estan a su lado. Esas mujeres que la ven como una vecina más, van a la compra, a dar un paseo, o hacer sus mandaos, siempre se pasan a tener una conversación íntima, entre las dos.

 ¿Sabe lo que es el Cerro? Una familia. No es una hermandad cualquiera, es una hermandad  unida y que hace las cosas por y para los hermanos. Un sentimiento que inunda el barrio la mañana de Martes Santo. Se llora, se ríe, se disfruta, el barrio se vuelca, los niños se quedan perplejos, ven a los la banda del Sol con las plumas blancas al viento, como su padre se emociona y la madre se seca las lágrimas con un pañuelo. Señoras mayores sentadas en la puerta de la Iglesia, que son la misma cada año y cuando falta, las demás las recuerdan, dejan su silla vacía, porque ella bajara de los cielos para ver al Cerro, la mañana del Martes Santo.

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