Llora la noche tu pasión Señor, cae la Madrugada en Sevilla,
la primera luna llena de primavera, esa luna en la cual se celebraba la pascua judía,
la luna llena de pasión y tu muerte en la cruz. Cae la noche en Sevilla, la
Magdalena aún siente la cera caliente de la Quinta Angustia cuando vuelve a
abrir sus puertas para la salida de la cofradía del Calvario.
Cruz arbórea, simple, sencilla. Imitando la del mismo
Cristo, el silencio y el ruan invaden las calles. Cristo ha muerto en la cruz,
la noche llora su muerte. Voy en tu busca Señor, ya con las primeras claras del
alba, cuando regresas a casa, después de repartir tu amor, desde tu Calvario,
sobre la ciudad de Sevilla, te llevo mis oraciones, mis plegarias y peticiones,
esas que cruzando Molviedro sobre tus manos recoges, las haces tuyas y por
ellas mueres, contigo Señor del Calvario todo tiene sentido.
Pero el sentido se completa al ver tu palio de cajón, madre
de Presentación, contoneo de tus bambalinas que van y viene con una mecida que
recrean el mejor de los sonidos en el absoluto de los silencios. Candeleria encendida,
completa, abundante, luz para una Madre que en la penumbra de la noche es luz y
ante el frio de la oscuridad, te abriga, te ampara, Madre de Presentación que
cada madrugada, vuelves a recorrer el camino al Calvario, para rendirte a los
pies, de un hijo ya muerto que regresa a casa al amanecer.
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