martes, 21 de febrero de 2017

Cada noche de Viernes Santo

La estrechez de Placentines, con vistas a la Giralda, esperando encontrarme con tu dulce mirada. El ruan negro invade la calle junto al silencio absoluto de una ciudad que te espera. Ya veo tu paso, de oro el canasto, caído por tercera vez, Señor de San Isidoro, ayudado por tu Cirineo, que sin buscarlo acabo siendo el único en ayudarte a cargar el madero al Calvario. La mano apoyada firmemente en el suelo, para elevarte de nuevo mas cerca del cielo al igual que tus costaleros pisan fuerte levantándote de nuevo y siguiendo tu camino mirando al frente y sin miedo. Atraviesas Placentines como la Via Dolorosa despacio y con mimo, que justito pasa.

Se acerca el palio, de cajón, el de la Virgen de Loreto, patrona de la aviación, belleza sin igual con un sonido de bambalinas que contrasta con el silencio absoluto de los fieles que se acercan. Sevilla sueña con encontrarse con tu mirada, buscando entre tu candeleria tus ojos, Sevilla sueña cada noche de Viernes Santo, con subir la Cuesta del Rosario y ver salir de la ojiva al Señor Caído de San Isidoro y su Madre bendita del Loreto

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