Siempre aparece

Se aproxima la Cuaresma, ese tiempo en el que los cofrades descontamos los cuarenta últimos días antes de la gloria. En este tiempo de espera, todas nuestras hermandades celebran los cultos a sus titulares.

Y en estos cultos siempre aparece, siempre aparece el protagonista, para bien y para mal, de nuestro relato. Aparece con sus mejores galas, vestido impoluto con su traje de chaqueta, bien peinado y sobre todo su medalla de la hermandad bien colocada en el pecho y que se vea bien, medalla que trae colocada ya desde el bar de al lado en el cual se ha tomado sus cañitas antes de entrar. Y entra en la parroquia orgulloso y con cierta prepotencia.

Ante esta escena, todos los presentes en la parroquia lo miran y piensan que para entrar en la parroquia con esa cabeza bien alta debe de ser el que está siempre allí y es conocido por todos, lo que incluso genera cierto respeto. Pero no es el caso, al comenzar a llegar otros hermanos que viven el día a día de la Hermandad la pregunta es la misma ¿Quién es ese? Lo que demuestra que no es que sea muy conocido por allí. Por mucho que no nos guste siempre acaba apareciendo esta persona que nunca se la ve pero que cuando entra se cree que todo es suyo.

Si al leer estas líneas te sientes identificado con este personaje del relato, no te lo tomes como una critica, mi intención es concienciar y no te preocupes porque tiene remedio. Pregunta, acercate a un miembro de junta y preguntale por la vida de Hermandad, por cómo podrías colaborar en ella y aportar tu granito de arena. Te darás cuenta que cuando por desgracia algún año la lluvia impide la Estación de Penitencia y el Hermano Mayor dice que la Hermandad son 365 días al año es verdad y no es solamente salir a la calle y hasta el año siguiente. Te darás cuenta que hay cientos de cosas que podrás hacer para engrandecer la Hermandad que con tanto orgullo llevas su medalla en el pecho y entonces sí será el momento de entrar en el culto de tu Hermandad orgulloso de llevar la medalla.