domingo, 18 de diciembre de 2016

La Sevilla Cofrade en Navidad

  Estamos en fechas navideña, pero el sevillano ya siente la Cuaresma. Pasea por el Salvador  y ve el humo del castañero e imagina una rampa y un Nazareno con la cruz al hombro que va repartir pasión.  Pasea entre el bullicioso gentío del centro, e imagina unas sillas de madera en campana y una cruz de guía al fondo del duque.

 El sevillano ya empieza a ver las igualas que van saliendo y se va pensando en las excusas para la parienta. Y entre tanto dulce de Navidad se le va antojando una torrija o un pestiño. Se va poniendo en el coche marchas y se siete debajo de las trabajaderas.

  Y en esos almacenes fríos, la parrihuela llena de sacos, se empieza a sentir protagonista, incluso el antifaz, en el ropero, parece que sonríe al saber que otra vez estará en la calle. Y Sevilla ya espera ansiosa esos tres golpes de llamador, el cartel, que anuncia lo que está por venir, el via-crucis del Consejo, que hace que la ciudad meta riñones y se  prepare para lo que se viene encima, y el pregón, que hará volar a la ciudad.

  Una ciudad que pedirá Effetá para los sevillanos, unos sevillanos que irán a la gloria y que le pedirán a sus madres que los vistan de nazarenos.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Sine labe concepta

El día de la Inmaculada siempre está marcado en el calendario de los sevillanos.

Este año los altares de los besamanos de las Virgenes sevillanas destacaron por su sencillez, resaltando las figuras de las Dolorosas. Excepciones fueron los Negritos y Redención los cuales usaron un altar de mayor elaboración. A continuación os dejamos un reportaje fotográfico del día.

martes, 6 de diciembre de 2016

Un regalo de Dios

Era Martes Santo, el día no estaba siendo nada agradable para los cofrades, El Cerro en la Catedral, San Esteban en la Anunciación, San Benito y los Javieres de vuelta a paso de muda a sus templos, Santa Cruz y los Estudiantes habían dado el no y nuestras esperanzas pasaban por San Lorenzo y San Nicolás, que al final salvaron el día.

Buscando ese rayo de esperanza, camino del centro de repente me suena el móvil, era un querido amigo que siempre cuenta conmigo para temas cofrades y casualmente ese día que parecía nublado iba a ser él quien empezará a hacer relucir el sol. Me dijo vente rápido a San Vicente que ha habido una falta de última hora y hace falta un acólito para mañana en el paso del Nazareno de la Divina Misericordia. Y allá que me fui corriendo a probarme mi alba y sacar mi papeleta de sitio por increíble que parezca a escasas 24 horas de la salida de la hermandad.

Estaba que no me lo creía, esa noche casi no pude ni dormir, solo pensaba, en tu año Señor, en el año de la Divina Misericordia voy a tener la suerte de alumbrar tu camino justo delante de ti. Y así fue, llego la tarde del Miércoles Santo y San Vicente se convirtió en un reguero de nazarenos blancos con escapularios rojos. Nada más entrar me encuentro de frente con el misterio de las Siete Palabras, pero yo necesito ir a buscarte primero, necesito postrarme ante tu paso de plata alumbrado por cuatro faroles, rezarte, agradecerte, luego ya tendré un ratito frente al crucificado y a tu bendita Madre de la Cabeza.

La espera era interminable, sentado en un banco de la capilla sacramental esperando que alguien viniera y nos dijera de ir a preparar los enseres, miraba a cada lado constantemente hasta que por fin llego ese momento. Nos pusimos delante del paso, era el momento de los últimos rezos, las últimas peticiones, los nervios a flor de piel y se abrieron las puertas de San Vicente. Antes de salir los pasos de la hermandad de las Penas parecían despedirnos deseándonos una buena estación que ellos cumplieron días antes.

Éramos seis los ciriales que custodiábamos Su divino rostro misericordioso, yo iba en la pareja central. Se escuchaba un murmullo en la calle hasta que asomo el primero de los ciriales a la puerta, en ese momento Sevilla calló. El Señor se puso en la calle en el más absoluto de los respetos, pelos de punta y sentimientos que afloran. Ha llegado el momento Señor, muestra tu Divina Misericordia a tu ciudad. Y así fue, paso firme y amplio, siempre en silencio cargando el peso de la cruz. De fondo sonaban las cornetas y tambores pero no echábamos cuenta de ello, nos quedamos perplejos ante tu mirada.

La estación de penitencia finalizó, volvimos a San Vicente, que rápido se ha hecho, y nuevamente, ya con la cera gastada, el cuerpo cansado y el incienso consumido, solo pude volver a darte gracias Señor por ese gran regalo que me hiciste. 

lunes, 5 de diciembre de 2016

Dice la tradición Salesiana

Dice la tradición Salesiana que cada niño que entra en una de sus casas queda para siempre bajo el manto protector de Maria Auxiliadora

Y cuanta razón tienen esos salesianos de sonrisa ancha y espiritu inquebrantablemente joven. Pero sobre todo, esas Hijas de María Auxiliadora, esas mujeres que una vez decidieron entregar su vida para que las niñas tuviesen un lugar donde aprender, formarse, divertirse... En definitiva, un lugar donde ser niñas.

Y en ese colegio de balconadas y puerta pequeña, pero siempre abierta, reside una Señora, que con su Niño en brazos, cada día recibe a esos jovenes que se paran a saludarla antes de comenzar el día. Desde hace tanto tiempo que la memoria de los jovenes no alcanza. Esa memoria de un barrio que se inundaba cada vez que el río crecía, que era hogar del flamenco de la Alameda, y sombrío lugar de trabajo de las valerosas mujeres que buscaban de cualquier modo sacar a sus niños adelante. Una historia de otro tiempo, una historia de cuando las hermanas vestían el riguroso hábito pero seguían saltando a la comba y enseñando a las niñas del barrio.

Una historia de una niña que quedo prendada de esa Virgen que acunaba a ese Niño entre sus brazos. Una niña que iba a visitarla cada dia y a rezarle. Una niña que, poco a poco creció y se hizo una mujer. Una mujer que, tras terminar de formarse, y dejar el colegio, nunca dejo de acudir para volver a cruzar la mirada con esa Señora que, una vez, fue Reina entre los franciscanos de San Antonio.
Una mujer que, tras casarse, siguió rezando ante Ella, y trabajando por y para Ella, hasta tal punto, que hasta a su propio marido arrastró para quererla cada día un poquito más. Una mujer que a sus seis hijos enseñó desde muy pequeños que, quien a María ruega, todo lo obtiene, nada se niega. Una mujer que veía pasar cada año, ese fin de semana del 24 de Mayo, a su Señora desde el balcón de su casa, regalandole una lluvia de pétalos a su paso, tirados con las pequeñas manos de sus nietos. Una mujer que, poco a poco, fue olvidando, fue perdiendo pedacito a pedacito, esa memoria que una vez fue su vida. Desde el nombre de su marido hasta la cara de sus nietos. Desde las imágenes de aquel balcón de la calle San Vicente hasta esos momentos de novena en San Antonio y San Lorenzo.
Una mujer que demuestra que la fe mueve montañas, montañas que hacen que ese ángel negro no sea capaz de morder esa letrilla que siempre brota de sus labios sin querer, la cuál, cuando entras en una casa salesiana, aprendes a cantar por el simple hecho de querer un poquito más a tu Madre.

"Porque Rendidos a tus plantas, Reina y Señora, los cristianos te aclaman, su Auxiliadora."

Y como dice la tradición, el manto de la Auxiliadora siempre te cubrirá Estrella.

Te quiere mucho, tu nieto

El Cristo de la Púrpura

La imagen del Cristo de la Púrpura fue cotitular de la Hermandad de las Cigarreras junto con el Señor Atado a la Columna y Nuestra Señora de la Victoria. Incluso llegó a procesionar en la cofradía que contaba con tres pasos. La imagen se perdió a finales del siglo XIX y comienzos del XX ya que la última vez que salió a la calle fue en 1874 y se decidió retirarla del culto por su necesaria restauración. Finalmente la imagen se pierde definitivamente de la Hermandad en 1900 cuando se entrega al taller de Emilio Pizarro a cambio de que éste tallase un San Juan.

La hermandad presentó el boceto del Cristo en la exposición que llevaron a cabo por el 450 aniversario fundacional en el Círculo Mercantil de la calle Sierpes en Enero de 2015. La ejecución de la obra fue encargada al escultor Navarro Arteaga.


La obra representa a Cristo en el momento en el que recoge su túnica tras la flagelación. Observamos como el Señor está casi arrodillado recogiendo con su mano derecha la túnica mientras la izquierda queda apoyada en la columna. El Señor muestra claros rasgos de dolor sobre todo en la espalda de la reciente flagelación y del rostro cae una pequeña lágrima del dolor contenido durante el proceso. La obra es un claro ejemplo del canon neobarroco sevillano. 















sábado, 3 de diciembre de 2016

Sentimiento Nazareno

  Madrugada de repeluco, tarde de nervios, de mirar la túnica fijamente, imaginando una y otra vez la estación de penitencia que está a pocas horas de comenzar. Cenas con un nudo en la garganta, como ausente. Llega la hora, te vistes de Nazareno con mimo, le das un beso a tu madre como si no fuera a volver, e iniciar el camino más corto. En este caso camino de calle Betis, viendo como la gente viene a llenar Triana para llevar en bolandas a sus devociones.

  Llegó a la casa Hermandad con los nervios propios de la primera vez, me presento ante mis titulares. Pero es Ella la que está vez me llama, y comienza una de tantas conversaciones que hemos tenido. Llega la hora de formar los tramos, se abren la puertas, salgo y noto ese ambiente, esa emoción, ese... " Que ya esta aquí"

  Reparto estampitas entre las personas mayores y llego al puente, mientras lo cruzo, siento que me voy de casa, que dejo atras un barrio que ya los está esperando de vuelta. Continuo mi estación de penitencia y llega el parón de la Magdalena, este tiempo me lo tomé para meditar y rezar.  Me sentí algo extraño, que entre tanto murmullo, gente riéndose y comentando la semana que llevaba, justo medio metro, estuviera yo, en silencio, rezando.

  Entramos en campana y otra vez el murmullo y el   "Que  ya está aquí Triana miarma" y seguimos para la calle que serpentea, los palcos, la Avenida y la Catedral. En la Catedral el frío y el recogimiento absoluto. Al salir, el cuerpo ya notaba el cansancio y el frío del alba de la mañana, el cuerpo se corta, lo pasas mal pero continúas, animándote a ti mismo, y paso tras paso ves en el horizonte.... Triana

  Llegas a Triana y Triana te recibe como la madre que recibe al hijo que se fue de viaje. Llegamos a nuestra hermandad hermana, la Estrella, la saludamos y continuamos. Y nos metemos en el corazón de Triana, pienso, "Dios mío, Santa Ana" pensaba que se terminaba el sueño, ese sueño que esperas un año entero. Las lágrimas me cayeron, pero Triana siempre te arropa y entre en Pureza y vi la alegria de la gente de que ya estábamos en casa. Cuando entre en la Capilla de los Marineros, no pude más y rompí a llorar, espere a mis titulares con el cansancio propio de la madruga.

 Ellos llegaron, la puerta se cerró y juntos, todos los Nazarenos como una familia, con un solo corazón, un sólo sentimiento nos despedimos de nuestra madre cantándole a Ella su Salve Marinera.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Huele a Esperanza

El mes de Diciembre suele venir marcado por la festividad que celebramos el día 18: la Esperanza. Ay, cada vez que pronunciamos ese nombre y se nos va la mente a donde Ella habita.

La Esperanza habita en San Gil, detras de un arco color albero, la madre sevillana del hijo sentenciado que con esperanza espera a esa guardia romana que custodia su semblante, Esperanza nuestra que bajo sus cinco mariquillas acoge el corazón de cada uno de nosotros, Macarena de Sevilla, bella perla de San Gil.

La Esperanza habita en Triana, en el barrio de la alegría y el arte, en el arrabal marinero, marinero como Ella. Esperanza marinera, madre y capitana de nuestras almas que esperan encontrarse con ese rostro moreno cuando nuestro barco llegue a su puerto.

La Esparanza habita en Castilla, donde la O reside y nos espera cada día, madre del Nazareno que carga su cruz, madre que confiesa su dolor en sus lágrimas, pero madre que espera que el fruto de su vientre resucite, porque Ella es O de Esperanza, de madre divina que cura las penas de nuestras almas.

La Esperanza habita en San Roque, con Gracia y Esperanza de una madre que consuela sus Penas en un Cirineo que ayuda a cargar la cruz de su hijo ya cansado y levanta los corazones de cada persona que se acerca a ella cada día, es capaz de elevar cada sentimiento con sólo una mirada fija que llena los corazones de su Gracia y Esperanza.

La Esperanza habita en la Trinidad, madre salesiana que a sus hijos ayuda y auxilia. Madre llena de Esperanza que inunda una espera interminable para hacerla más leve, que con su mirada nos dice que tengamos esa fuerza, que aguantemos el tirón y que nos aferremos a Ella, a su Esperanza, a su mano trinitaria que auxilia cada obstáculo en el camino.

Y la Esperanza también habita en el Plantinar, donde todo el año reluce el Sol, Sol de misericordia que alumbra cada corazón colmándolo de la más pura de las esperanzas, danos tu Sol madre para que sepamos seguir el camino hacia el fruto de tu vientre, Sol que viene de lo alto para ampararnos.

Estas son las esperanzas sevillanas, las que velan porque no nos falte eso que dicen es lo último que se pierde y desde luego aquí en Sevilla no nos faltara nunca la esperanza.